DESPERTAR DE LOS CUERPOS
Miraba de soslayo
tu cuerpo florecido...
y se encendía la tarde.
tu cuerpo florecido...
y se encendía la tarde.
Sentados, frente a frente,
dejaste de ser niña
y adiviné tu cuerpo,
e imaginé mis manos
labrando un surco eterno
donde enterrar mis labios,
semilla prometida,
fulgor, incandescencia,
desgarro, el más primario.
dejaste de ser niña
y adiviné tu cuerpo,
e imaginé mis manos
labrando un surco eterno
donde enterrar mis labios,
semilla prometida,
fulgor, incandescencia,
desgarro, el más primario.
Sentí, azul, "La Ribera",
“El Piedras” la inundaba;
yo me sentí aterrado;
los ojos de la infancia...
“El Piedras” la inundaba;
yo me sentí aterrado;
los ojos de la infancia...
se nos tornaron ganas
y apacigüe la angustia
mirando hacia otro lado.
mirando hacia otro lado.
Crecía la herida abierta,
mi voz era un temblor,
mi vida había cambiado.
Y allí, nuestras miradas,
crisálidas ardientes,
se prometieron tanto:
los claros de la luna,
las bocas, ¡de por vida!,
Y no morir de viejos,
mejor matarse amando,
envueltos en sudor,
envueltos en gemidos,
y perecer exhaustos.
mi voz era un temblor,
mi vida había cambiado.
Y allí, nuestras miradas,
crisálidas ardientes,
se prometieron tanto:
los claros de la luna,
las bocas, ¡de por vida!,
Y no morir de viejos,
mejor matarse amando,
envueltos en sudor,
envueltos en gemidos,
y perecer exhaustos.
Paco José González
Precioso "despertar de los cuerpos"
ResponderEliminarMe ha encantado, Paco José.
Un abrazo
Gracias tardías jajajja, pero mil gracias, Carmen por leer mis poemas.
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